... el arca de Noé

jueves, 8 de abril de 2010

Quién no ha escuchado alguna vez: “De todo hay en la viña del Señor” y como había dejado pendiente el segundo capítulo de las aventuras en la gestoría de mi amiga… no podía desperdiciar un caramelo como este.

Cuando íbamos al cole teníamos un compañero (bueno, en realidad varios…) que estaba un poco… ¿cómo decirlo? Loco. Muy normal no es agacharte y pintarle con boli las zapatillas a la compañera de atrás, entre otras cosas.

Cuál sería la sorpresa de mi amiga cuando una mañana oyó a alguien que subía las escaleras diciendo al teléfono: “¿Quién anda ahí?” y se encontró al padre de nuestro antiguo compañero de la ESO. El hombre, si ya de por sí de hacía notar con su tono de voz, no pasó desapercibido para nadie de la gestoría porque venía agobiado ya que sus empleados le habían denunciado porque hacían turnos de 11 horas... En teoría el denunciado firmaba unos partes que él mismo se quedaba en donde quedaba constancia de la jornada laboral: no imaginaba que uno de ellos no estaba en su poder.

El día que se celebró el juicio, la abogada regresó a la gestoría con la cara hecha un cuadro “picassiano” de lo descompuesta que la tenía mientras decía: “En mi vida he pasado tanta vergüenza”. No era para menos porque cuando llegaron los empleados con las pruebas al juicio, entre ellas, uno de esos partes, y el guión que llevaban preparado se torció y el buen hombre empezó a titubear… y a improvisar: “Bueno… eh…sí yo lo firme” para acto seguido afirmar: “Pero si trabajan once horas es porque quieren porque yo no les obligo”. En fin, sin comentarios…

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